lunes, 4 de enero de 2010

Una jornada inesperada

Volteaba hacia atrás y no veía a quién recurrir. Sentía que algo pasaba, no era lo mismo que hace tres semanas. Ellos no se encontraban, todo lo que habían conseguido las últimas jornadas parecía perdido. ¡Malditas vacaciones! pensó y su cara lo demostró. Cuando estamos más cerca de una de las metas nos caemos, ¿qué pasa? ¿por qué hoy? No podía ser en otro momento, justo cuando más lo necesitamos fallamos. Ni él, el que últimamente nos salva surgió. Parecía perdido, enredado en un barullo de camisetas rojas que llenaban toda la cancha, sólo llegaba a exhibir su físico, pero con eso no se gana, no aquí, ni en ningún otro lado. El que todo lo puede, el que siempre consigue el gol cuando de le necesita tampoco apareció. Esta vez los dos dígitos en la espalda le pesaron. Todo era extraño, el año había cambiado y ellos también. Otra vez como al comienzo, como cuando las críticas llovían y no se encontraba el juego. Y él, sentado, tranquilo, quizás se paraba y hacía un par de indicaciones, pero ahí, impertérrito, sin inmutarse. Demostrando una falsa tranquilidad, no es fácil estar ahí, pero es lo que tiene, es en lo que tiene que confiar.
Ricardo López Carrasco

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